En cualquier momento de nuestra vida, seguramente, nuestros padres o personas de nuestro entorno familiar nos han dicho frases que nunca olvidaremos. Porque de una u otra manera, han marcado nuestras relaciones afectivas en la familia.
Es increíble el efecto que tienen las palabras de las personas que amamos sobre nuestros afectos.
De como se haya hablado a un niño el interpretará cuan importante es el, en el corazón de sus progenitores. Eso determinará mucho de su futuro. Porque está relacionado con la formación de su carácter.
Muchas veces los padres, llevados a veces por situaciones de impotencia, dicen frases que deberían evitar, que aprisionan al niño en una identidad tan prematura como falsa. Hasta conducirle a reaccionar haciendo aquello que sus padres quieren que precisamente evite.
Brevemente podemos citar algúnos ejemplos:
“Eres un niño malo, y quieres volverme loca”. Estas expresiones tienen el problema de convertirse en chantajes afectivos. Pues recibe un mensaje perturbador y se siente rechazado cómo que su propio carácter es malo y que solo sera aceptado si hace lo que su madre quiere, es decir renunciando a su yo. En este caso lo correcto seria decirle: “Lo que has hecho es malo” o “No me gusta tu comportamiento”. Así el niño no se siente rechazado en su identidad como persona. En todo caso ser cuidadosos en corregir la conducta pero no relacionarla con la persona, degradando o acusando.
“No te aguanto… eres insoportable”. Sucede generalmente que cuando el niño se pone provocador y el padre no aguanta más, reacciona dirigiendosé a la identidad del niño y no a su actitud en ese momento. El resultado, es que el niño se siente herido porque el padre hace un juicio sobre su persona. Lo cual hasta puede voverle mas agresivo áun. Seria mejor aprender a poner un límite a tiempo. Eso será mas efectivo para el niño, que un padre que teme usar su autoridad, aguanta todo lo que puede, pero termina estallando de una manera incongruente.
“Siempre lo mismo…deberías seguir el ejemplo de tu hermana”. Esta es una de las frases mas frecuentes. Y sin embargo no se toma conciencia de que este tipo de comparaciones, plantea por lo menos dos problemas. Le corresponde al niño como persona elegir sus modelos y no al padre imponérselos, aunque si le corresponda darle información veraz sobre ellos.
Por otro lado, poner a la hermana de ejemplo es atizar el fuego de los celos, en perjuicio de ambos. Es mejor decirle que se esfuerce, ademas de realtar alguna cualidad de su carácter, para animarle. Pero nunca compararle.
Sin necesidad de continuar con estos ejemplos, baste recordar, que ademas de poner limites antes de llegar al agotamiento, no es bueno poner “etiquetas” que definan al niño con una palabra. No olvidemos que está en un proceso de cambio constante, y no podemos negarle su posibilidad de transformación.
Por otra parte, las descalificaciones están promovidas por la falta de aceptacion que no se adapten a lo que nosotros pretendemos. Será muy bueno evitar frases como: “Todavía eres un bebé”, “No entiendo que tengas problemas a tu edad”, “Piensa en el mal que nos haces”, “No te quiero mas”, “Ya no eres mi hijo”, “Siempre será un inútil”, “Siento verguenza”, “No llegarás a nada”, etc.
Como padres, debemos reflexionar la manera que tenemos de referirnos a nuestros hijos, y a la reacción que les producen a ellos las palabras que les expresamos.
Cuando ejercemos la paternidad de una manera acertada, se favorece la comunicación con ellos y la educación se convierte en una tarea agradable. No cabe duda que los niños aceptan mejor los limites cuando los padres ejercemos la autoridad de una manera justa. Además, ¿nos crea conflictos poner ciertos limites a nuestros hijos, o en ocaciones decirles que no? Es importante reflexionar sobre esto en pareja y tomar desiciones en común.
También hay una triste realidad. Los padres parecemos sufrir amnesia en relación a los conflictos que tuvimos durante la infancia con nuestros padres o en el entorno familiar. Es bueno repasar todo aquello que nos molestaba de lo que nos decían, para evitar repetir con nuestros hijos todo lo que nosotros sufrimos en el pasado con nuestros padres. Claro que tiene que ser una retrospectiva positiva. Porque tiene como fin producir un ambiente cálido, de amor y confianza en nuestro contexto familiar. En un ambiente asi…los niños quieren pasar tiempo con sus padres. ¡Cuidemos nuestras bocas! Eso nos traerá hermosos momentos y muy gratos recuerdos.