debido a que su uso hace surgir tópicos éticos y legales pero también porque se hallan disponibles otras alternativas menos objetables pero efectivas (Kazdin, 1978).
Castigo negativo: retiro de consecuencias positivas
El castigo a menudo toma la forma de retiro de eventos positivos en lugar de presentación de estímulos aversivos posteriores a la conducta. Los ejemplos familiares comprenden pérdida de privilegios, dinero, o al permiso de conducir después de la conducta. Los eventos valorados de manera positiva y que incluso pueden actuar como reforzadores positivos, son retirados como una forma de penalización. Las dos técnicas principales son el tiempo fuera de reforzamiento y el costo de respuesta (Kazdin, 1978).
Tiempo fuera:
El tiempo fuera se refiere al retiro de todos los reforzadores positivos durante un período determinado. Durante el intervalo de tiempo fuera, el sujeto no tiene acceso a los reforzadores positivos que se encuentran disponibles normalmente en el escenario. Por ejemplo, en una clase puede aislarse a un niño de los demás durante 10 minutos; en este tiempo, no tendrá acceso a interactuar con sus compañeros, actividades, privilegios, ni otros reforzadores que por lo común se hallan disponibles. Las ventajas obvias del tiempo fuera son la duración relativamente breve y la ausencia de dolor (Hobbs y Forehand, 1977 citado por Kazdin, 1978).
Costo de respuesta:
El costo de respuesta se refiere a la pérdida de un reforzador positivo. Requiere una penalización de alguna clase, por lo general en forma de multa. Los ejemplos del costo de respuesta en la vida diaria adulta comprenden multas por violaciones de tránsito, cargo por mora, etc. en la vida diaria infantil comprenden quedarse sin ver la televisión, sin jugar, sin usar el ordenador debido al no cumplimiento de normas establecidas (Kazdin, 1978).
Consecuencias punitivas basadas en el esfuerzo
Como consecuencia para la conducta indeseable puede pedírsele a un sujeto que participe en respuestas que implican trabajo o esfuerzo. Esto es distinto de presentarle un estímulo aversivo o retirarle un evento positivo, aquí se le pide que se involucre en una conducta aversiva (Kazdin, 1978).
Sobrecorreción:
La penalización por participar en una conducta no deseada, es llevar a cabo algunas otras conductas en la situación dada, pueden distinguirse dos componentes de la sobrecorrección: el primero denominado restitución, que consiste en corregir los defectos ambientales de la conducta inapropiada. Así, si un niño tira comida en la mesa del comedor, se le pedirá limpiarla completamente. El segundo componente, llamado práctica positiva, consiste en practicar de manera repetitiva la conducta adecuada, por ejemplo, se le pedirá al niño colocar la comida en su plato de modo adecuado varias veces en hilera y quizá también servir la comida a otros (Foxx y Bechtel, 1983 citado por Kazdin, 1978).
El procedimiento preciso de castigo seleccionado en cualquier instancia puede estar determinado por varias consideraciones, a saber, la gravedad de la conducta, el peligro para el sujeto y los demás, la facilidad de poner en práctica el procedimiento en un escenario en particular, y el entrenamiento necesario de la persona que aplica el proceso de modificación conductual. Sea cualquiera el castigo a utilizar, se deben seguir una serie de reglas o principios para que sea efectivo (Moles, 1994 citado por Kazdin, 1978), estas son:
Debe informarse al sujeto cual o cuales van a ser específicamente las conductas a castigarse; debe igualmente informársele de cual será el castigo a la conducta en cuestión; una vez cumplidos los puntos anteriores, se ofrecerá el castigo en la primera oportunidad que el sujeto emita la conducta y cada vez que lo haga; esto implica que se debe castigar siempre y no a veces; el castigo debe ser contingente a la conducta, y debe tener una latencia corta; el castigo debe ser siempre de la misma intensidad y no depender del estado emocional de quién lo aplica; no se debe generalizar el castigo, debe ser de forma individual y dependiendo de las características de cada sujeto.
Después de hacer el análisis del maltrato y el castigo se pasara a mencionar las diferencias existentes entre los dos conceptos. Como ya se menciono el maltrato tiene un componente central, el cual se refiere a la interferencia negativa del desarrollo de la persona; por otra parte, el castigo se ve como un procedimiento de modificación de conducta que tiene el fin de corregir determinada falta que haya emitido la persona; se utiliza para reducir la probabilidad de que una respuesta vuelva a surgir; es bastante importante mencionar que el castigo no siempre conlleva dolor físico; ejemplos de lo anterior, se encuentran en el análisis del castigo negativo.
El castigo positivo es un procedimiento de modificación de conducta que crea polémica, ya que se basa en la presentación de un evento aversivo para la persona. Dicho evento aversivo puede ir desde un regaño hasta un golpe. Dicho tipo de castigo mencionado anteriormente no se diferencia del maltrato, ya que si analizamos la definición propuesta por el ICBF se nota con claridad que el maltrato genera lesiones físicas leves, moderadas o de gran intensidad y múltiples conflictos en la vida afectiva, tales como frustraciones y traumas de orden emocional. Dicho punto de vista esta apoyado por los especialistas en las técnicas de modificación de conducta que se han preocupado por el mal uso y abuso que se hace del castigo. Por ejemplo, las familias de niños que se desvían del patrón tienden a utilizar el castigo más estricto y frecuente que las familias de niños que se desenvuelven bien en la vida cotidiana (Kazdin, 1999). El castigo más frecuente no se asocia con mejor conducta, en verdad, tanto el castigo físico como verbal pueden incrementar las propias conductas que los padres, maestros y otras personas desean suprimir. Lastimosamente dicho método tiene en la actualidad muchos adeptos, y pese a las consecuencias sociales que agobian nuestro país, en muchas familias el maltrato es aceptado como un mecanismo de relación social.
Para apoyar dicho punto de vista se citaran manifestaciones relacionadas con la crítica al castigo. B. F. Skiner manifiesta que las medidas punitivas aplicadas por la policía, los maestros, los cónyuges o los padres de familia tienen resultados estándar bien conocidos: (1) el escapismo: la educación le ha dado su propio nombre «ausentismo escolar injustificado,» (2) el contraataque: vandalismo en las escuelas y ataques contra los maestros, (3) la apatía: un retraimiento sombrío en que no se hace nada. Cuanto más violento es el castigo, más graves son las consecuencias» (Jonhson, 2002).
Patric Stern profesor adjunto de la facultad de pediatría, psiquiatría y pediatría conductual de la Universidad de Ciencias Médicas de Arkansas manifiesta que «el desarrollo del autocontrol, que llamamos conciencia, es el resultado de la relación positiva de los niños con las personas que los cuidan. La experiencia de los niños de amor y respeto promueve el desarrollo de la conciencia mientras que la experiencia de miedo o dolor, como resultado de las nalgadas y de las palizas, interfiere con este desarrollo. El castigo físico de los niños debe acabarse si deseamos que nuestra sociedad se convierta en una sociedad gobernada por la conciencia y el autocontrol en lugar de estar gobernada por la ausencia de éstas» (Jonhson, 2002).
Plutarco dice que los niños deben ser guiados hacia las prácticas honorables mediante el estímulo y el razonamiento y sin duda alguna no se lo debe hacer mediante los golpes y el maltrato» (Jonhson, 2002).
Quintiliano manifiesta que «cuando se les pega a los niños, el dolor o el miedo a menudo tienen un resultado del que no es agradable hablar, y es probable que posteriormente sea una fuente de vergüenza, la cual turba y deprime la mente y lleva a que el niño rechace la luz del día y que odie la luz. No dedicaré más tiempo a este asunto. Ya sabemos lo suficiente al respecto» (Jonson, 2002).
Este escrito finalizara con el pensamiento John Locke un pensador inglés considerado como el padre del empirismo y del liberalismo. Quien manifiesta en su ensayo pensamientos sobre educación (1662), que el «ser disciplinado como esclavo crea el temperamento esperado de esclavos. Golpear a los niños y aplicarles otros tipos de castigo corporal no es la herramienta apropiada para quien busca formar hombres inteligentes, buenos y sabios.»
REFERENCIAS
Jonhson, T. (2002). Hablemos francamente sobre el castigo físico de los niños. USA: Parents and Teachers Against Violence in Education
Kazdin, E. (1978). Modificación de la conducta y sus aplicaciones prácticas. México: Manual Moderno
Kazdin, E. (1999). Conducta antisocial: evaluación, tratamiento y prevención en la infancia y adolescencia: Madrid: Ediciones Pirámide
Mateos, R. (2001). Maltrato en el niño. México: Mc Graw Hill.
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En ocasiones, actos violentos como los zarandeos, los castigos infantiles o los regaños, se ven como «disciplina». Los padres educan con violencia porque creen que es correcto, piensan que si no lo hacen así su hijo acabará siendo de alguna manera una especie de criminal. Hay que acabar con la violencia tanto en la casa como en la escuela.
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