Complejos en la adolescencia
La pubertad conlleva cambios corporales drásticos. A menudo, esos cambios provocan complejos que amargan la vida de los adolescentes. ¿Cómo explicarles lo que les pasa para tranquilizarlos? Os ofrecemos unos consejos para vivir mejor esas transformaciones.
“¡Me ha crecido la nariz!”
En el momento presente No es fácil ignorar ese apéndice que de pronto ocupa toda la cara y, a veces, todos los pensamientos. En la adolescencia, no todo crece al mismo ritmo y la nariz puede crear un desequilibrio en una cara todavía infantil. Las chicas son más propensas a padecer este complejo que los chicos, porque, tradicionalmente, las narices con “personalidad” son patrimonio de los hombres y no forman parte de los actuales cánones de belleza femeninos. ¿Y después? Con el tiempo, se van desarrollando los rasgos de la edad adulta y, en general, los desequilibrios desaparecen. Y, si no, el adolescente va asumiendo interiormente ese rasgo exterior. Pero algunos adultos, cuando no consiguen aceptar su físico, recurren a la cirugía: es una solución radical para poner de acuerdo el interior y el exterior de la persona, pero es algo que se debe madurar largamente y que, en todo caso, no puede llevarse a cabo hasta que haya finalizado el crecimiento.
“Tengo las piernas gordas”
En el momento presente El complejo número uno de las chicas es el peso. Es un tema que está presente en sus conversaciones, porque casi todas adquieren redondeces en la pubertad debido a la influencia de las hormonas que estimulan las células grasas de los muslos y los glúteos. Basta con que, en la mesa, el padre o la madre aconsejen a su hija adolescente que no repita o que el hermano mayor bromee y le diga que está “maciza” para tener el complejo asegurado. Pero más que el entorno directo, el desencadenante más difícil de combatir es la presión que ejerce la sociedad: es más fácil identificarse con Hannah Montana que con Cindy Sander. Sin embargo, la delgadez no siempre ha estado de moda: en los cuadros de los maestros flamencos, las mujeres hermosas ¡exhiben michelines adorables! ¿Y después? Más que esperar a que vuelva la moda del siglo XVII para librarse de este complejo, las adolescentes deben tomarse su tiempo para acostumbrarse al propio cuerpo y aprender a vestirse. Porque, aunque algunas adelgazan al crecer, otras estarán siempre “rellenitas”. Y hacer régimen no lo arregla todo, ya que la corpulencia está más asociada a los genes que a la alimentación.
“¡Socorro, cuántos granos!”
En el momento presente El acné, una inflamación del folículo pilosebáceo (la raíz del pelo), es típico de la pubertad. Casi todos los adolescentes lo padecen, sin distinción de sexos. Pero cuando los granos proliferan demasiado, la moral se resiente, porque la piel es a la vez el espejo de nuestras emociones (se sonroja, palidece…) y el “escaparate” que presentamos ante los demás. ¿Y después? Cuando la pubertad se aleja, la superproducción hormonal desaparece y los granos también… Mientras tanto, una buena higiene y el respeto a determinadas reglas alimentarias habrán permitido evitar lo peor. Pero, para algunos adolescentes, el acné es una verdadera enfermedad de la piel que dura y que conviene tratar. En ese caso hay que acudir al dermatólogo: ¡a veces los complejos se curan con medicamentos!
Florence Lotthé en Con mis hijos.com