la falta de ejercicio y el consumo de alcohol, etc…
Los pensamientos, sentimientos y estilo de vida son considerados como requisitos para lograr y mantener la salud física, en lo que podríamos denominar integración de mente y cuerpo.
Por ello, ha resultado aceptado, de forma general, que el primer intento de definición formal de la psicología de la salud parece deberse a Matarazzo (1980), quien la considero como «el conjunto de contribuciones específicas educativas, científicas y profesionales de la disciplina de la psicología la promoción y el mantenimiento de la salud, la prevención y el tratamiento de la enfermedad y la identificación de los correlatos etiológicos y diagnósticos de la salud, la enfermedad y las disfunciones relacionadas».
Esta definición acabó por convertirse en la definición «oficial», de la División de la Psicología de la Salud de la American Psychological Association (APA), ya que en su reunión anual 1980, fue adoptada como tal con muy pocos cambios.
A partir de ese momento, se estableció como punto de arranque conceptual para señalar los objetivos, tratando de diferenciarlas de otras especialidades afines y complementarias.
Y, en la actualidad, podemos concluir que uno de los objetivos claros de la Psicología de la Salud es el análisis de la influencia de las variables psicosociales sobre el estado de salud, el proceso por el que se llega a éste, el modo en el que éste contribuye a la calidad de vida de las personas y cómo éstas responden cuando están enfermas.
Otro objetivo será la promoción de conductas que contribuyan a la salud y calidad de vida de las personas. Diversos investigadores han desarrollado modelos y teorías explicativos acerca de las motivaciones y determinantes de las conductas de salud, su predicción, el cambio y modificación de una conducta de riesgo a una de salud, etc… No es un objetivo sencillo, puesto que no es fácil predecir las conductas de salud ni es tampoco es sencillo modificarlas de una forma estable en el tiempo, a pesar de la importancia de sus consecuencias para la vida de las personas.
2. Introducción a la Fibromialgia
El nombre de fibromialgia se deriva de «fibro», o tejidos fibrosos (tales como tendones y ligamentos), «mios», o músculos, y «algia», que significa dolor. Aunque se llamó fibrositosis por muchos años, ahora el nombre preferido es fibromialgia.
A pesar del reconocimiento oficial reciente, la Fibromialgia considerando como tal una situación patológica caracterizada por dolores difusos, con puntos selectivos «diana» de dolor, ya fue descrita por Gowers en 1904, aunque con el término de Fibrositis.
Se trata de un trastorno relativamente reciente, aunque a finales de los años treinta aparecieron dos conceptos relacionados con la fibromialgia: el síndrome doloroso miofascial y el reumatismo psicógeno.
El primer término acuñado por Travell y Simons se caracteriza por la presencia de dolor en uno o más grupos musculares, definiendo los trigger point o puntos gatillo como aquella zona del músculo cuya presión desencadena dolor en el mismo sitio o a distancia.
Boland introduce el concepto reumatismo psicógeno o tensional, basado en la ausencia de hallazgos demostrables que justifiquen la sintomatología, por lo que se atribuyó a una psiconeurosis. Todo ello ha estimulado la especulación sobre su patogenia, persistiendo aún en nuestros días.
La presencia de hallazgos radiológicos, analíticos y anatomopatológicos que resultan poco esclarecedores en el diagnóstico de la FM y su implicación en la esfera afectiva, hacen de ella una entidad compleja en cuanto a su clasificación, por ejemplo, dentro de los denominados síndromes somáticos funcionales ya que estos, en ocasiones, se superponen a los trastornos somatomorfos. La alta incidencia de síntomas psiquiátricos, especialmente afectivos, y la posible utilidad de los antidepresivos en su manejo terapéutico, hace considerar en estos pacientes un papel relevante, ya sea primario o secundario a los factores psicopatológicos.
No obstante, el hecho de que, en 1990, el American College of Rheumatology estableciera unos criterios de muy alta sensibilidad y especificidad para la clasificación de la FM, ha sido determinante para su aceptación y asentamiento de forma general.
La fibromialgia (conocido por las siglas «FM») es una forma de dolor musculosquelético, difuso, crónico y benigno de origen no articular. Es una condición crónica y compleja que se caracteriza por la combinación de varios síntomas y principalmente por la presencia subjetiva de dolor generalizado, fatiga, rigidez matutina y trastorno del sueño junto con la reproductibilidad a la presión de múltiples puntos dolorosos.
Como lo sugiere su nombre, la fibromialgia principalmente afecta los tejidos blandos del cuerpo. A diferencia de la artritis, la fibromialgia no ocasiona dolor o hinchazón de las articulaciones; más bien, produce dolor en los tejidos blandos alrededor de las articulaciones y en todo el cuerpo. El dolor ocasionado por la fibromialgia por lo general consiste en dolor o ardor generalizados. En numerosas ocasiones, se describe como un dolor de pies a cabeza.
Puesto que la fibromialgia produce pocos síntomas que se pueden percibir abiertamente, ha llegado a apodarse como la «invalidez invisible».
Existen diferentes tipos de clasificación al respecto de la Fibromialgia. Puede ser clasificada como regional, primaria y secundaria.
La FM regional, también denominada FM localizada o más frecuentemente síndrome miofascial: el dolor está circunscrito a una zona anatómica y por tanto limitado a puntos contiguos.
La FM primaria se caracteriza por dolor difuso y puntos dolorosos a la presión en múltiples localizaciones en ausencia de una condición concomitante o subyacente que pudiera explicar los signos y síntomas músculo-esqueléticos del paciente.
La FM secundaria está ocasionada por una enfermedad definida como puede ser la artritis reumatoide activa o el hipotiroidismo, cuyo tratamiento lleva consigo la mejoría del proceso fibromiálgico.
Por el grado de afectación la posibilidad de clasificación es tan amplia como personas padezcan el proceso, ya que la intensidad es muy variable.
La fibromialgia es una entidad de etiología idiopática-desconocida, que se estima afecta al 2-4% de la población, con prevalencia femenina, significativamente mayoritaria, ya que entre el 85% y el 94% de los casos se dan en mujeres. En los últimos años también se han sido descrito formas en niños, en los que se ha asociado con la presencia de hiperlaxitud articular.
Su severidad varía de día en día, y puede cambiar de lugar, llegando a ser más severo en aquellas partes del cuerpo que se usan más, como es el caso del cuello, los hombros y los pies). En algunas personas, el dolor puede ser lo suficientemente intenso para interferir con las tareas diarias y ordinarias, mientras que en otras, sólo les ocasiona un malestar leve. También, el agotamiento producido por la fibromialgia varía de persona a persona. Va desde una sensación de un ligero cansancio, hasta el agotamiento de una enfermedad como la gripe. Afortunadamente, la FM no es una condición que incapacite o que afecte la longevidad.
Finalmente, es una enfermedad mal conocida y peor entendida. Suele solaparse con alteraciones de tipo nervioso, de ansiedad o depresión, con las que puede coexistir y esto transmite a la sociedad y a la familia un mensaje de banalidad y escasa entidad. Se entiende que es un proceso “cosa de mujeres”.
3. Descripción de la enfermedad Modelo Biomédico
Según este modelo, la salud es definida como ausencia de enfermedad o aflicción del cuerpo y, por consiguiente las únicas acciones de salud posibles son el diagnóstico de la enfermedad y la intervención terapéutica para eliminar la patología orgánica subyacente.
3.1. Epidemiología
Se calcula que en España existen unas 800.000 personas en la población adulta que padecen este síndrome, lo que significa que afecta al 1-3% de la población mayor de 18 años.
Su prevalencia es del 2-6% en la consulta de medicina general y en la consulta de reumatología según distintos autores, es del 3,7-20%, 6,7 con una incidencia del 3,9% en mujeres entre 20-40 años y 5,8% entre 40-60 años 4,6. En 1985, Yunus y Masi son los primeros que describen la fibromialgia juvenil en 33 pacientes de edades comprendidas entre 9 y 17 años, cuya franja de edad más frecuente se encuentra entre los 13 y 15 años.
Con relación a su incidencia entre hombres/mujeres, como se ha adelantado en la introducción, en estos pacientes se aprecia que entre un 80 y 95% son mujeres y la edad más frecuente esta comprendida entre los 30 y 50 años. Sin embargo y, aunque sea más común en mujeres adultas, la fibromialgia también puede afectar a niños, a ancianos y a hombres.
Si en el adulto la FM es una entidad debatida, en el niño es la gran desconocida, tanto por los pediatras como por los reumatólogos pediátricos, lo que supone, en la mayoría de los casos, múltiples visitas médicas a distintos especialistas desde el neuropediatra,